[Propuesta de debate : Sábado 18 junio 16h en la 13-14 ]
Vigilancia, registros, declaraciones, detenciones, fianzas, cárcel, medidas cautelares, incomunicación, parálisis, miedo, desconfianza,… Durante este último año el anarquismo se ha visto particularmente afectado por la represión. Han sido muchos golpes los que ha recibido, demasiadas operaciones orquestadas contra él que no solo han pretendido desacreditar y poner en “tela de juicio” la credibilidad y la justificación de nuestras ideas y nuestras prácticas como una opción o salida a la situación de inestabilidad, explotación y miseria que se atraviesa tanto política como económicamente en la sociedad. También han querido minar nuestra motivación, nuestro ahínco, nuestras relaciones, afectar a nuestros proyectos, a nuestros espacios, y, en definitiva, resquebrajar las pequeñas “parcelas de libertad” que con mucho tiempo y esfuerzo hemos construido y, por tanto, arrebatado al régimen de dominio del Estado y el Capital. Y no nos estamos refiriendo al recurrido ‘guetto’. Nos referimos a todas aquellas asambleas, espacios, proyectos, colectivos, individuos, etc, a todos estos elementos que con mucha voluntad articulan nuestra lucha política y que con su mejor intención buscan darle vida a nuestras ideas y prácticas, algunas veces cosechando derrotas pero otras también éxitos.
Y ahí radica la importancia de plantarle cara a la represión, de ser conscientes de dónde proviene y en qué consiste, de cómo nos afecta en todas las esferas de nuestra vida personal y política, de cuáles son sus posibles consecuencias… Plantar cara a la represión es resistir el envite, hacerlo porque queremos mantenernos vivxs como “movimiento político” para seguir construyendo libertad a la par que destruímos relaciones de dominio, hacerlo porque no solo queremos a nuestrxs compañerxs libres, sino que nos queremos libres, a todxs, hacerlo porque tenemos la convicción de que los proyectos y las herramientas de las que disponemos y las que dispondremos contribuyen y contribuirán a la revolución social, por la libertad.
Existe una certeza clara: que, por un lado, tenemos que conocer e identificar la represión como algo inherente a la lucha contra la explotación y, por tanto, algo de lo que nos tenemos que sobreponer si de verdad queremos abolir el sistema de opresión sobre el que se sustenta todo y que, por otro, nos enfrentamos a un enemigo, que no sólo castiga y golpea, sino que se enreda en el complejo de las relaciones sociales, y que claramente dispone de más fuerza y medios.
Así, saber dónde nos situamos lxs que sufrimos la represión y cuáles son nuestros límites y potencialidades en lo colectivo es fundamental para poder afrontarla. Más fácil: reconocernos en lo colectivo para generar discurso y estrategia para afrontar la represión, entre otras cosas.
Todxs sabemos que la represión persigue someternos a un desgaste físico, psicológico y emocional difícilmente asumible sin las herramientas y recursos adecuados. Es por ello necesario afrontar esta situación de manera colectiva. Por supuesto que no estamos descubriendo nada nuevo ni planteando algo que no se haya dicho jamás, mas pensamos que no se está llevando a cabo este trabajo, y no tan solo, tenemos la sensación de que se están naturalizando las ‘hostias’ que estamos recibiendo, que no somos conscientes de la gravedad que tienen estos golpes, sensación de que si se hacen las cosas se hacen por y no con responsabilidad, o peor aún, por inercia, sin plantearnos qué es lo que nos viene bien, qué nos puede repercutir negativamente, en qué podemos ser efectivos o ni tan siquiera, qué es lo que queremos. Pareciera que nos estamos acomodando a esta situación, olvidándonos de que, por ejemplo, hay compañerxs en prisión y que podríamos ser cualquiera de nosotrxs. Si por lo menos esto se explicara hipotéticamente porque es una decisión colectiva el afrontar la prisión por evitar el pago de fianzas… Al menos ahí tendríamos una justificación basada en una posible estrategia y decisión colectiva.
Que no se nos malinterprete, no nos estamos decantando por ésta ni por ninguna opción. Tan sólo es un ejemplo de un pequeño aspecto que creemos merece al menos un tiempo de reflexión para tomar una decisión colectiva, ¿tenemos capacidad para desembolsar cada 2 meses 20.000, 30.000€…? ¿Llegará un momento en el que nos topemos con un límite claro en el que tengamos que enfrentarnos a la dura decisión de escoger entre un compañerx y otrx si hay varios? ¿o que todxs vayan a prisión?
Asimismo, dentro de un par de años aproximadamente, muchxs compañerxs comenzarán a ser juzgadxs. Todxs estamos comprobando en nuestras carnes la contundencia con la que el Estado está reprimiendo al anarquismo. Actualmente son 45 compañerxs procesadxs bajo la Ley Antiterrorista. Y es que, aunque suene terrible, por probabilidad y por la crudeza de los golpes es de prever que algunx pueda ser condenadx a prisión. Y esto será algo que tendremos que gestionar, a la par que afrontamos nuevos golpes y a la par que intentamos mantener vivos los proyectos y colectivos que dan voz y praxis a nuestras ideas. ¿Tenemos capacidad o podemos asumir lo que posiblemente se nos avecine? ¿Tenemos las herramientas que eviten que la represión nos absorba? ¿Tenemos las estructuras que nos permitan organizarnos para resolver las necesidades surgidas de la represión y seguir adelante con las luchas en las que nos encontramos?
Somos conscientes de que pueden darse escenarios muy variopintos y que en cada momento van a participar unas variables que van a hacer a la situación diferente, no obstante, lxs que aquí escribimos no podemos evitar vernos asaltadxs por un montón de dudas sobre cómo afrontar los procesos represivos, cuestiones que creemos se encuentran sin resolver y que tan sólo puede hacerse de manera colectiva. Eso, por supuesto, sólo si aceptamos la premisa hacia la que hemos apuntado antes: reconocernos en lo colectivo, en una pretendida comunidad en lucha, sí, de muchos posibles elementos diferentes, pero todos con una finalidad parecida/común. Cuando hablamos de lo común nos referimos a eso, a lo que nos hace comunes, a lo que nos pone a todxs en el mismo lugar. Queda claro entonces que no nos referimos a que el colectivo anule el punto de vista individual. De la misma forma, el individuo no puede supeditar sus decisiones al resto.
Inevitablemente las diferencias existen y la persecución de lo común no implica invalidar las decisiones individuales, pero como su nombre indica lo individual queda en el plano de lo individual, es decir, ese es su tope. Lo colectivo multiplica las potencialidades individuales en lo referido a lo que éstas se encuentran de acuerdo. El resto retornará inevitablemente al plano individual.
¿A dónde queremos llegar con todo esto? Queremos plantear un debate donde lo prioritario sea reflexionar en torno a la situación represiva que vive el anarquismo. Con esto no nos estamos refiriendo únicamente a hacer un recuento de lxs compañerxs que se han visto afectadxs por ella y de cómo afrontar monetariamente todo lo relativo a esto. Eso es importante mas creemos que tenemos que analizar en qué situación nos encontramos para afrontar la represión, si estamos dotados de algún tipo de estructura, si estamos organizados, de qué manera, de qué recursos y herramientas disponemos, cuáles son nuestros límites, cuáles nuestras potencialidades, inseguridades, miedos, dudas, etc, un análisis de nuestro entorno más cercano, de nuestras condiciones y características como ‘movimiento’, un análisis que nos permita dilucidar qué es lo que somos para poder plantear en términos reales cómo afrontar la represión de manera colectiva.
Además, queremos poner sobre la mesa y remarcar que los factores que han de influir a la hora tomar una decisión en una estrategia antirrepresiva o en el momento de un juicio, habrían de ser el apoyo que se puede recibir, el sentimiento colectivo respecto a esa campaña, por un posicionamiento o por las fuerzas tanto individuales como colectivas con las que se afronta. Muchas veces nos hemos visto influenciadxs o incluso hemos llegado a tomar una decisión por “el qué dirán”, por el miedo a sentirte rechazadx o repudiadx.
En las estrategias y tomas de decisiones entran multitud de variables, pero la crítica destructiva no debería ser una de ellas. Para ello deberíamos intentar fomentar una cultura del respeto. Con ello no estamos diciendo que tengamos que compartir la estrategia o decisión que se ha tomado, o que por supuesto no se pueda preguntar a esa persona el por qué ha ido por determinado camino.
Y no podemos conformarnos sólo con intentar fomentar esa cultura del respeto en este ámbito, si no que debería alcanzar todos los ámbitos de la militancia, procurando favorecer una comunicación directa y asertiva, diciendo las cosas de frente -sin que esto tenga porqué significar ser agresivxs o ir cargandxs de pose- y no por cuchicheos o a las espaldas. Intentando construir un movimiento sano.
Con este debate no pretendemos saber qué haría cada unx, pues eso es una cuestión que cada unx, a priori, sabe ya la respuesta. Hacer esto sería hacer una mera exposición de posiciones personales. Aspiramos a saber qué podemos hacer juntxs sabiendo cuáles son las condiciones o circunstancias de la ‘comunidad’/entorno en el que nos encontramos luchando.
Lanzamos esta propuesta como necesidad imperiosa que existe dentro del entorno libertario a tratar el asunto de la represión. Somos conscientes de que un simple debate no va a solucionar y rellenar todas las carencias organizativas, estructurales, de práctica y discurso, etc, que tenemos a la hora de abordar asuntos como éste. Pero pensamos que impulsar iniciativas como esta contribuye a mantener vivos, extender y repensar asuntos que creemos que no se están abordando de manera colectiva. De esta forma, como decimos, esto es tan solo una humilde contribución, quizás, un punto de partida para ‘poner sobre la mesa’ ciertos asuntos que merecen nuestro tiempo.
Finalizamos pidiendo encarecidamente a todxs lxs que participen de este debate que lo hagan desde el respeto y con la voluntad de sacar esto adelante entre todxs. Sobra decir que somos compañerxs y que el respeto ha de ser una de nuestras máximas si de verdad queremos sacar algo en claro y de manera colectiva. Y más aún sabiendo que la represión es un tema delicado y complejo, en el que se entremezclan motivos personales y políticos.
Puntos:
- Cuando hablamos de represión nos parece fundamental ser conscientes de cómo entendemos ese concepto para poder desarrollar una respuesta a la misma. La represión no sólo como algo que ‘afecta a’ sino como la esencia misma de un sistema de dominación que se protege de todo aquello que se salga de sus parámetros y que, por tanto, golpea en infinidad de direcciones y de múltiples formas. De esta forma, a la hora de afrontar la represión, ¿cómo la conceptualizamos? ¿Es algo que nos incluye sólo a nosotrxs?, o lo que es lo mismo, ¿la entendemos como algo que afecte únicamente al anarquismo?, ¿es posible converger con otros colectivos reprimidos?, ¿mostramos alguna postura ante otros casos represivos “ajenos” al anarquismo?. Y si es así, ¿bajo qué discurso? Con este punto no pretendemos establecer una definición de lo que es la represión, sino saber cómo nos situamos ante la misma para poder desarrollar un discurso y una estrategia colectiva.
- Algunas de las reflexiones más recurrentes que existen en torno a la autocrítica que se realiza del anarquismo y del entorno libertario son la autorreferencialidad, la endogamia, la predominancia de lo superficial y estético, la incapacidad de poner en práctica nuestras ideas más allá de los límites del ya muy sonado ‘guetto’, etc, asuntos que, quizás, nos han condenado a un aislamiento social y político, que han podido allanar el terreno para que la represión sea más efectiva o que han colaborado a que nuestra respuesta a la represión consista en un propósito más entre muchos, es decir, aquél que es incapaz de cruzar las fronteras de nuestros entornos y que se queda en un “grito mudo” que no consigue ‘resultados’. A veces ni tan siquiera encontramos el apoyo y motivación dentro de los ambientes militantes.¿Cómo superar el aislamiento del anarquismo con respecto de la sociedad, de ciertos sectores o incluso militantes? ¿Lo que hacemos, nuestra respuesta, está teniendo algún tipo de efecto o creemos que es un “grito mudo”?
- Si miramos a nuestro alrededor más inmediato, el que nos incumbe, podemos reconocer un entorno excesivamente atomizado, difuso, indefinido, incapaz de generar lazos entre los elementos que participan del mismo. De esta manera, otra de las críticas que se dirigen hacia el ‘movimiento anarquista’ es su dificultad para organizarse, de generar un tejido propio que mantenga en comunicación a sus colectivos y proyectos y que permita la puesta en práctica de nuestras ideas. La organización puede implicar la potencia de ideas y prácticas, la puesta en común de multitud de aspectos que posibilitan generar estrategias y discursos colectivos. Sin decantarnos por ninguna fórmula y en términos generales, ¿creemos necesaria la organización para articular y desarrollar estrategias y discursos colectivos?, ¿creemos que es posible construirlos en la situación de indefinición e incomunicación en la que nos encontramos?
- Todxs estamos siendo conscientes del desgaste que están suponiendo, tanto en lo emocional como en lo que respecta al trabajo militante, los golpes represivos a los que en los últimos años hacemos frente. En los momentos más inmediatos a uno de estos golpes es complicado gestionar la información, y por la influencia de la misma represión a veces lo hacemos de “manera encubierta”. Esto tiene como consecuencia un tratamiento oscurantista que no tendría porqué tener, que la información importante no se conozca o que ésta llegue al resto de los compañeros a modo de “chisme”. Es necesario intentar diferenciar qué información tiene que difundirse y cuál y no, así como usar los medios adecuados para ello. Parece que para algunas personas tener y hacer saber al resto que se tiene dicha información les hace creer que podrán tener más “reconocimiento político” o un mayor protagonismo. De la misma manera, si no compartimos esa información, puede repercutir negativamente, primero, dificultando que el apoyo de otras personas se pueda materializar y, segundo, haciendo que algunxs compañerxs se sobrecarguen de un peso excesivo que acabe en el ya mencionado desgaste. Pensamos que tenemos que reflexionar sobre estas consecuencias, a veces también provocadas porque delegamos en las personas más cercanas a las represaliadas, teniendo que hacer éstas frente a la respuesta asistencial y política. En el futuro, además de nuevos posibles golpes, nos veremos atacadxs por otras situaciones como, por ejemplo, todos los juicios que se están acumulando, la posible condena de algunxs compañerxs, etc. Por todas estas razones, ¿Es necesario generar algún tipo de estructura antirepresiva más permanente que nos permita, entre otras cosas, asumir lo que vendrá en poco tiempo?
- Unos de los asuntos a los que hemos hecho referencia durante el texto es la cuestión relativa al pago de fianzas. Aunque este tema es algo mucho más concreto en comparación a todo lo que estamos planteando y no es objeto de este debate dedicarnos a cosas muy específicas, vemos necesario plantearlo debido a que es algo a lo que hemos tenido que hacer frente y, por lo tanto, algo que nos ha sugerido muchas preguntas. Como hemos apuntando más arriba, en los últimos golpes represivos se ha observado un límite claro con respecto a disponer de dinero suficiente para el pago de fianzas. Aunque en estos golpes se ha salvado la situación dificultosamente, nos hemos llegado a plantear qué hubiera pasado si no hubiéramos tenido dinero para el pago de la fianza de todxs y cada unx de lxs compañerxs, o incluso si existe algún límite en cuanto coherencia relativo al desembolso de estas grandes cantidades. Ante la hipotética situación ¿qué podríamos hacer? ¿Pagaríamos la fianza si solo hay para unxs pocxs? ¿Veríamos necesario que cada unx pusiera “precio a su cabeza” de cara al pago de las fianzas viendo el límite claro que es el dinero? Tampoco queremos marcar ningún sendero definitivo con las posibles respuestas a estas preguntas, no creemos que ninguna sea la perfecta. Simplemente queremos plantear una problemática que seguramente tenga muchas respuestas, cada una acorde a la situación que se viva.
- Otro punto al que nos gustaría hacer referencia es la inercia con que la mayoría de las veces promovemos las “campañas antirrepresivas”. Con este punto queremos hacer alusión al proceso de gestionar casos represivos, si cuando suceden hay análisis, debates o estrategia o únicamente respuestas basadas en la costumbre. Nos estamos refiriendo, por ejemplo, a la personalización de las campañas, a cómo enfocamos la propaganda, hacia quién las dirigimos, a si tenemos objetivos claros… Queremos debatir sobre si en los procesos represivos nos jugamos algo más que la sentencia de nuestrxs compañerxs.
Los asuntos anteriores los hemos planteado porque representan cuestiones que vemos necesarias aclarar de cara a poder resolver asuntos más concretos que suelen constituir preocupaciones y dudas que nos asaltan con cada golpe represivo. Puestas en común las reflexiones que tenemos en torno a estos puntos que tienen que ver con cuestiones que subyacen a la inexistencia de discurso y práctica colectiva, existirían una serie de preocupaciones más delimitadas como, por ejemplo, el pago de la responsabilidad civil, la petición de indultos, pactos con la fiscalía o cuestiones como las formas que tenemos de enfrentarnos a un tribunal o si es posible politizar los procesos judiciales en el terreno de la propia justicia. Por otro lado, cabe mencionar también que la represión va más allá de los golpes represivos puntuales que sufrimos. Es el ejemplo del antiterrorismo como forma de gobierno. Hablamos de la esencia misma de un sistema de control social, una perspectiva más general de la represión. Enfrentar la represión/control debería ser más que el veredicto de un juicio, sus costes, y el acopañamiento a presxs, algo que tuviera un planteamiento más global Tampoco nos olvidamos del desgaste emocional que trae consigo la represión. Ésta aparte de gastos económicos genera tristezas, soledades, incomprensiones, miedos… Nos suelen falta mecanismos para no sentirnos solxs ante la represión, mecanismos que eviten que cada unx cargue con sus tristezas y miedos. Hablamos, por ejemplo, del apoyo, acompañamiento o trabajo emocional en el entorno de lo familiar/amistades/afectadxs.
Como podéis observar, apenas nos enfrascamos con todo esto puesto que son asuntos que, aunque esenciales, cada uno por separado podrían constituir objeto de extensos y acalorados debates. Plantear estas cuestiones ahora, cuando creemos apenas tenemos claros los puntos que hemos expuesto, puede conducirnos a “darnos contra un muro”. Por ello proponemos este debate como un punto de partida para que en un futuro próximo podamos dar respuestas a estas y a otras muchísimas cuestiones más que existen. Nuestra intención con el debate, como ya advertimos durante el análisis con el que lo presentábamos, no es dar respuesta determinada a estas preguntas, sino más bien plantearlas. Plantearlas para tenerlas presentes en nuestros debates y militancia fuera de este foro creado para debatir y poder darles respuesta con la acción colectiva que creemos tendrá que darse de alguna forma.
Colectivo Anarquista Nudo